Lema del luchador.

"Lucha, reta y álzate para luchar otra vez."

jueves, 16 de noviembre de 2023

Sabor a ceniza

 

todo era una farsa

Si hay un pesar que resiento profundamente, más que cualquier otro, es saber que hay ciertas cosas que di por sentado y que hice por última vez sin tener el aviso de ello y más que el enojo de no tener aviso es el no haber asimilado a tiempo que esas cosas llegarían a su fin. Ojala pudiera decir que eran simples pequeñeces de crecer y madurar, pero varias de ellas me dieron un respiro tan profundo y necesario durante la mierda que fue la primer era, me molesta en igual medida haberlas dado por sentado y haberlas perdido por completo.

Una de ellas era el faro, lo tenía como refugio, un lugar seguro en el cual confiar y convivir (al menos cuando su luz estaba bien puesta), pero la diferencia con el faro que también la hace de capa de enojo es que esas propiedades se las atribuí enteramente en mi más absoluta e ingenua ignorancia. Hasta recientemente caí en razón de la realidad: que no solo no era nada de eso, sino que ya estaba en ruinas desde hace mucho tiempo. Cualquier semblanza de bondad y buena voluntad ahi mostrada son, a lo mucho, mentiras bonitas, y no tengo ningún motivo para creer que no era un vil teatro montado desde el principio.

Reconociendo ya muy tarde esa realidad, con todo ese embrollo personal que representa, no tuve más que resignarme a reconocer que el faro era una distante alucinación estúpida que elucubre desde la ignorancia y sus ruinas no son más que el recordatorio, poco a poco he hecho lo mío para dejarlo así y continuar aguantando en la trinchera como ha sido costumbre últimamente.

Por desgracia, como he dicho ya en más de una ocasión, cada vez que le doy pelea, la primer era me quiere arrastrar al agujero con el más extremo prejuicio, se rehúsa a morir tanto como me rehusó a cederle un solo milímetro mas y desde la penumbra vienen a decirme que si hay un faro y que es mi deber reconstruirlo.

En lo profundo de los recuerdos que tengo del faro está el alivio y la buena vibra de esa luz que me daba refugio y apoyo, me lo recuerdan y vuelve a mi como uno de esos pilares que me ayudaron tanto en lo más negro de la primer era. Aunque quisiera con todas mis ganas, no puedo negar esa sensación de bienestar, o al menos de poder respirar más tranquilo cuando hacía falta. El apego y el aprecio me orillan a actuar, por lo menos invocando aquellos selectos momentos del antaño.

Cuando vuelven a mi esos recuerdos me pongo a pensar en esa fortuna errática que tengo, en las veces que el faro y ese círculo me cedieron tiempo que no les puedo devolver para nada más que mis tontos caprichos absurdos, en esas ocasiones que una benevolencia colectiva me dio cierto apoyo en tiempos complicados y no puedo evitar que la empatía se aparezca como tantas veces en el ciclo recursivo de problemas que fue la primer era.

Pero no soy ese chamaco estúpido cobarde dejado con el que estoy tan extremadamente molesto, en los años que llevo en la trinchera endureciendo mi determinación algo más acompaña a esa empatía, algo que arrastra desde la negrura. Me siento agradecido de haber recibido lo que me fue otorgado en tercos caprichos y sin embargo siento que debí ser mil veces peor, si hubiera sabido antes como acabarían las cosas debí dejarles ir lo peor de la id encima; la empatía pondría al menos un orden marginal, pero también creo firmemente que no merecen un atisbo de paz, no merecen menos que las llagas que pueda causarles y las cicatrices que eternamente se los recuerde.

Así como sentí esa empatía vinieron de nuevo los recuerdos, arrastrado de vuelta a esas ruinas vuelve a mí lo peor de la primer era, de nuevo siento el cansancio y la fatiga, el rigor del tiempo desperdiciado en un circo de lamentos que nada resuelven, pero con mi terca determinación y mi profunda indignación siento que otra cosa despierta, algo que creí haber puesto a dormir tras el fin de la segunda era.

Cuando estaba bien metido en mi cruzada de estupidez personal me quedé completamente absorto afilando un hacha con una viruta en mi hombro, bien lo describí que en ese tiempo me volví absolutamente insoportable en todo circulo con una muy selecta excepción, no empujaba a quien me rodeaba nada más por afición, estaba afilándome, nutriendo la saña y el desdén con el que iba a dar el corte definitivo, curtiendo la capacidad para saber dónde y de qué manera dejar las marcas más profundas. No pasaba instante que no fuera conspirando, afilando esa hacha, pegando esa viruta en el hombro, pacientemente esperando y al mismo tiempo ansioso en el ímpetu por dejar bien dado el corte perfecto, el más profundo, el más duradero.

En cuanto escuché la súplica del favor, por un instante tan corto como contundente, volvió ese odio, ese repudio, esa rabia animal como nunca antes, ni en lo más oscuro y profundo de la segunda era había sentido la urgencia casi instintiva de tomar el hacha y ver que tanto la había afilado, de cortar el nexo de una buena vez y para siempre, de trazar la línea y salar la tierra en los términos más absolutos, de hacer pagar a los perpetradores de la primer era, de llevarles el pleito a ellos como bien lo tienen merecido, de hacerles sufrir una atrición de la que no tengo la más remota duda que puedo soportar mucho más que ellos.

 

todo es furia

Ultimadamente le hice caso más a esa marginal empatía que me queda, pero si soy brutalmente honesto, no estoy haciéndolo con un buen afán, no lo hago con sinceridad, no le estoy mostrando legítima voluntad, no participo en esa labor de buena fe y aunque no me siento bien al respecto, tampoco lo hago con arrepentimiento.

No hago esto esperando algo bueno, no tengo una sola pizca de confianza que poner en el agujero para repetir ese círculo vicioso otra vez, no, esta vez lo hago para justificar una causa, para tener una razón irrefutable e indiscutible con la cual dar el hachazo de una buena vez. Se lo mal que me hace ver eso, no solo por lo que hago sino porque es algo que he denunciado antes, pero al mismo tiempo estoy tan harto, tan cansado, tan molesto, no voy a tolerar el insulto otra vez porque bien lo dije, si me quieren arrastrar de nuevo, esta vez les costara lo que yo quiera, no lo que ellos digan.

Estoy tan harto de ver esos augurios manifestándose por todas partes y todo porque este nexo aún está ahí, arrimando su porquería cada que puede, no me faltan las ganas, siento las ansias en las manos, las ansias de pegarle el hachazo y terminar con esto, de enterrarlo por la fuerza para que ya me deje en paz y aunque sepa bien que lo hago por continuar, por sobrellevarlo, por poder al fin respirar tranquilo, lo peor es que en lo más profundo sé que lo haría con muchísimo gusto, el gusto de saber que les puedo hacer tanto daño, por saber que no estarán tranquilos, por quitarles permanentemente la paz que no merecen. No me faltan las ganas y siento la comezón en los dedos.

No quisiera que esto se descarrilara y al mismo tiempo espero con ansias que eso ocurra, quisiera pensar que el faro realmente existió y al mismo tiempo quiero vengar su falsedad, quiero dejar en paz el asunto de esta trinchera interminable y al mismo tiempo quiero matar a la primer era con el más absoluto, profundo y recalcitrante prejuicio.

La tormenta de verdad se cierne ahora y odio tanto que interrumpa el flujo de las cosas, pero no he dejado pasar mi tiempo aquí en vano, si las cosas se desenvuelven bien, si un faro aparece al final de todo esto, lo daré por terminado y seguiré con lo mío, con el afán más distante que adopte, pero si ocurre tal y como lo tengo previsto al menos sabré con certeza cuanto filo tiene el hacha.

Larga vida a la nueva era.


Muerte eterna a la primer era.

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