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"ojos mas allá de estos ojos" |
¿Alguna vez han estado bajo la lupa? No que sea un escenario común y corriente, pero siento cierta seguridad en asumir que, en algún momento esporádico, se nos ha activado ese “sexto sentido” donde repentinamente sentimos una presencia observándonos, siempre fuera de nuestro campo de visión, pero de algún modo sabemos que ahí está.
Afortunadamente para la inmensa mayoría
de los casos en que eso ocurre, siempre termina en una extraña corazonada
infundada, sin motivo ni razón, y podemos continuar el día en paz, con la
salvedad del pequeño susto existencial por supuesto.
Desgraciadamente para mí, ese no
es el caso. Tenemos ya más de un mes que concluimos la mudanza y, sin sorpresa
alguna para su servilleta, los sueños hacen lo suyo por transmitirme una presión
subyacente, una de la que no me daba cuenta hasta que la suficiente repetición de
esos sueños me lo dejó bastante claro.
A diferencia de otras ocasiones,
estos sueños siempre me marcan la memoria con suma claridad, supongo yo que eso
confirma la aparente intensidad de esa presión, pero para ya no darle tantas
vueltas: el tema que une todas esas imágenes oníricas es la persecución. Algo
siempre me observa y me sigue, a veces muy evidentemente, otras con mucho
cuidado, pero siempre algo está acechándome; yo por mi parte siempre termino dándome
cuenta, y siempre termino huyendo despavorido u ocultándome con un temor
similar.
Estaría bien si se detuviera al
despertar, así por lo menos lo reflexiono y punto, pero incluso perdiendo el
miedo que siento durante el sueño, no se me quita esa presión de estar bajo la
mira, siempre sintiendo que alguna presencia me observa con muchísima atención;
solamente observa sin alineación moral de por medio, simplemente estoy bajo la
lupa, con paciencia pero constantemente.
Obviamente no tomé la decisión a
la ligera ni tampoco estoy yo de vacaciones, agradezco no tener que estar bajo
el yugo del sistema previo, con todos sus problemas y ridículos dictámenes,
pero esa holgura personal termina dando lugar al cronometro. Supongo que es un
sistema de pros y contras, antes tenía delimitada la hora de la tontería a
ciertos segmentos del día, y ahora no tengo segmentos de tontería en el día,
pero sin lugar a dudas queda la necesidad de proveer resultados.
Sé que es tonto y ridículo esperar
que en unas cuantas semanas pueda alguien echar a andar una bola de nieve que
se convertirá en el fruto de su trabajo así nada más, pero ahora que me he
percatado de ese aparente ojo abstracto que todo lo ve, siento que no tengo justificación
para la falta de resultados, por muy precipitado que suene.
En mi familia existe una creencia
enraizada de que hay un límite de tiempo para hacer la vida de cada quien, cosa
que todos se tomaron en serio para no quedarse nada más dormidos en los
laureles, y mientras nadie fue perfecto en el proceso, sé que todos ellos
pueden voltear a ver algo y decir “ahí está, por eso hice lo que hice”, algo
que podían decir con completa certeza desde que tenían la misma edad que yo, un
lujo que yo no tengo.
Es una creencia familiar al fin y
al cabo, cierto, nunca me lo tomé tan a pecho cuando me la comentaron hace
varios años, pero no sé de donde fue que despertó en mi la necesidad de
acoplarme a ese estándar. Las condiciones materiales son muy diferentes y
justificaciones no me faltan para explicar la diferencia generacional que tengo
con ellos, pero incluso así se siente esa presión desde lo profundo, es tenue, pero
insistente, y solo los resultados van a poder satisfacerla.
Claro, no me he quedado con los
brazos cruzados, sigo trabajando en lo mío y me gusta ver el progreso, pero esa
presión del interior se queda mirando más las carencias, siempre preguntando si
el tiempo es suficiente, si va a bastar con los meses proyectados, ¿de verdad
es posible un cambio de tal magnitud tan rápido? Debería poder demostrarlo
desde el vamos, pero sigo poco a poco desde abajo.
No ayuda la sensación de ser un
forastero, sé que me dan comida, morada y apoyo de todo corazón a donde
llegamos, pero esa misma presión hace aún más incisiva la pregunta: ¿Dónde están
los resultados? ¿Cómo lo voy a compensar? Veo las manos vacías y la presión se
siente casi insoportable, puedo justificárselo a una presencia que solo está en
mi subconsciente, pero ¿Qué voy a decir cuando me lo pregunten los que me
rodean? ¿Qué cara pondrán si llego a decir que me falta tiempo? No tengo idea,
pero apenas puedo imaginar la fortaleza que voy a necesitar para soportarlo si
llega a eso.
Cuanto más siento que me observa
esa presencia, más me predispongo a las dudas, siento que es como si anticipara
un error de mi parte, un tropiezo con el cual confirmar las sospechas que
tiene, y lo peor es que me lo creo, me entra de repente la noción de
equivocarme, no que lo desee o que lo busque, pero así se siente el ambiente bajo
esa mirada fría, fija y permanente, de esas que te acusan sin tener que decir
una sola palabra.
¿Sientes el silencio indiferente de una mirada fija? |
Si tuviera que explicar el fenómeno de una forma más concreta, diría que algo en lo profundo está aventándose un berrinche, algo de mí se quedó en esa tierra y desesperadamente quiere volver, y la verdad lo entiendo, es sereno, tranquilo, conveniente y, sobre todo, muy bonito. Esa parte también siente lo precipitado del movimiento, de las cosas que se quedaron pendientes, entonces jala desde el subconsciente para que le haga caso.
Al menos, eso espero yo que sea
el caso, más vale que lo sea porque al menos me da un modo de explicarlo, de
otra forma no queda otra conclusión que esta vigilancia etérea es completamente
fortuita y no me va a dejar en paz. Algunos pensarán que esto puede ser una
ventaja, por ahí dice un dicho “la presión crea diamantes”, pero robándome la
respuesta de alguien más diestro que yo, con suficiente presión todo comienza a
colapsar.
De nuevo, es un asunto descrito
de forma muy nebulosa, pero he de insistir en que no puedo simplemente mostrar
mi mano como en aquel antaño de mi arrogante ignorancia y estupidez, siento que
hay un riesgo si me pongo a describir mucho las cosas otra vez, mi promesa es
que les podré contar todo cuando este asunto termine, de un modo u otro, así
que disculpen la ambigüedad que aun sostengo.
Suficiente con saber que estoy
contra reloj, si hay algo que espero es que el progreso sirva como un augurio,
un indicio de ir por la dirección correcta, que puedo regresarle la mirada a
esa presencia con la determinación de mis convicciones, porque lo contrario es
dejar que esa presión me consuma y me devuelva a ese sistema al que no le
guardo una sola pizca de confianza, uno que seguramente va a robarme la chispa
que tan desesperadamente quiero proteger. No lo puedo permitir.
Bueno, otro dejo existencial de
mi parte para al menos darle algo de espacio a mi cabeza, pero si ya están
hasta el gorro de eso, de menos puedo decirles que en el otro blog ya tengo
actividad más consistente, así por lo menos pueden cambiar el cringe de aquí por
algo marginalmente más agradable, quiero creer.
Mientras tanto cuídense mucho mis
dos lectores y medio, espero la estén pasando mejor que yo.
Larga vida a la nueva era.
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